El Patrimonio del Consejo Insular está formado por bienes adscritos y por bienes propios.
Los bienes de la Comunidad Autónoma de Canarias, del Cabildo Insular de El Hierro y de otros entes públicos adscritos al Consejo Insular para el cumplimiento de sus fines, conservarán su titularidad y su calificación jurídica originarias, correspondiendo tan solo al Consejo su utilización, administración y explotación, de acuerdo con los fines de adscripción.
Con independencia de tales bienes y para el mejor cumplimiento de sus fines, el Consejo Insular ostentará la titularidad de un patrimonio propio integrado por:
- Los que en el futuro adquiera con fondos procedentes de su Presupuesto.
- Los que, por cualquier título jurídico, y sin estar sujetos a la mera adscripción prevista en el número anterior, reciba del Estado, de la Comunidad Autónoma, del Cabildo de El Hierro, Ayuntamientos, de otras Entidades públicas o privadas, y de particulares.
La isla de El Hierro se ha caracterizado siempre por sus adversidades, tanto en lo que se refiere a su reducido tamaño, como a su escasa población, a las dificultades en su medio físico, a sus malas comunicaciones (marítimas, terrestres y aéreas) y, sobre todo, a una escasez de agua que le ha supuesto una barrera casi infranqueable para el crecimiento y desarrollo de la isla. Todo ello ha motivado que la economía insular quedase centrada hasta hace relativamente poco tiempo en dos actividades casi exclusivas: el pastoreo y la agricultura de secano para el autoabastecimiento.
La isla presenta unos nacientes naturales calificados como escasos y exiguos en caudal, por lo que desde un principio se ha recurrido a recoger el agua de lluvia por todos los métodos imaginables, como puede ser la acumulación del agua en los charcos, la condensación de la niebla en las hojas de los árboles (árbol Garoé) y, muy especialmente, en la construcción de aljibes con el fin de captar y almacenar el agua en el techo de las viviendas (mencionar en este sentido que fue el principal medio de abasto doméstico hasta hace sólo un par de década).
Todo esto se complementó posteriormente con la perforación de pozos poco profundos situados en lugares muy cercanos al mar, obteniéndose un caudal salobre y escaso.
Ya en el presente siglo, se construyeron pozos a mayor distancia de la costa, debido a la mejora en los medios técnicos y al resultado exitoso de alumbramientos de agua subterránea en otras islas. Con la apertura del pozo de Agua Nueva, en el valle de El Golfo, se comprobó por primera vez que el subsuelo insular podía contener buenas aguas en cantidad y en calidad.
Más adelante, en las décadas de los 60 y 70, se abren nuevos pozos (una media docena). Aparejadas a lo anterior obras como el Canal Frontera – El Verodal, para el trasvase de agua en el Valle del Golfo.
Hoy en día además de tres Pozos con galería en el Valle del Golfo y otro en la zona del Tamaduste que son las principales fuentes de captación de agua en la isla, se le han asociado tres fuentes de producción industrial de agua mediante desalación de agua de mar. Esto se completa con una vasta red de transporte hidráulica a lo largo de toda la isla, que le confiere unas garantías de suministro básico para los distintos usos.